sábado, 12 de julio de 2014

Tener un libro. Escribir en un árbol. Plantar un hijo.


            "Aquí el más tonto hace relojes".  Esta era una frase que repetía constantemente uno de los entrenadores que tuve cuando me dedicaba al noble ejercicio de perseguir y patear una pelotita en pantalón corto. La verdad es que nunca llegué a entender bien la frase (el deporte tampoco, me pasaba más tiempo en el banquillo que jugando) pero a base de escucharla y escucharla se me quedó grabada. Y hoy, pensando en lo que iba a escribir para este post me ha venido a la mente.

            Soy padre. O para ser más exactos, estoy en el proceso de aprender a serlo. Porque lo de la paternidad es uno de esos aspectos de la vida en los que te dan un título sin hacerte ningún examen, y luego ahí te las apañes tú para aprender lo que eso significa y lo que tienes que hacer. Eso sí, no os preocupéis si no lo tenéis claro, porque si hay algo que ya he aprendido es que tienes más libros sobre la paternidad/maternidad de los que te va a dar tiempo a leer a lo largo del embarazo.  Como decía al principio, aquí el más tonto hace relojes, y entre reloj y reloj escribe libros sobre como cuidar a los niños.

            Creo que existen frases malinterpretadas. La de "Plantar un árbol. Tener un hijo. Escribir un libro" es una de ellas. Mucha gente la entiende por "plántate en un árbol y escribe un libro sobre tener un hijo". Claro, así nos va. Hasta hace dos meses yo pensé que el argumento sobre el que más opinaba la gente era sobre deporte y sobre el tiempo, como si todo el mundo fuese meteorólogo y seleccionador nacional. Ahora ya se que no. Lo que tiene todo el mundo es un Master en Pedagogía, Pediatría y Puericultura. En el momento en el que tienes un hijo te das cuenta de que lo de la fisioterapia no es intrusismo... Es más fácil encontrar un libro sobre bebes en una librería que un artículo de Fernández de las Peñas en una búsqueda bibliográfica... A lo mejor incluso tiene ya algún artículo sobre los bebes... 

            Imagínate que vas por la calle con un vendaje en la mano y la gente se te acercase a preguntarte como estás. Eso es lo que pasa cuando vas con un niño pequeño en brazos. Y hasta ahí no me quejo, el problema viene cuando todo el mundo empieza a opinar sobre lo que deberías hacer: mejor llevarlo en un carrito, mejor llevarlo en un foulard, mejor llevarlo en brazos, no, no lo llevéis en brazos, ¿le dais el pecho? mejor el pecho a demanda, mejor dejarle que llore antes de darle el pecho, mejor preparar un biberón, ¿es niño o niña?, mejor hacerle agujeros que ahora le duele menos... en fin, que si intentas hacer todo lo que te cuentan y todo lo que está escrito, te hace falta tener tres o cuatro niños a la vez para hacer un estudio con casos y controles de lo que va bien y de lo que va menos bien...

            Pero claro, el problema es que cada niño es de su padre y de su madre.... (bueno, de su madre y de aquel que lo reconozca en el registro como padre,  que lo de la burocracia me tiene contento también) y no hay dos niños iguales, así que lo que mejor va para uno, a lo mejor no va para otro. Resumiendo, que puedes ir haciendo es LO QUE QUIERAS. Total, los demás no van a estar de acuerdo contigo. Y en algún momento de su vida tu hijo/hija pensará que lo podías haber hecho mejor... Así que me niego a escribir un libro, ni a dar consejos, simplemente voy a seguir mirando y disfrutando de todas las cosas que Elisa haga o deje de hacer... y confío en que dentro de muchos años, un día pueda decirme que no lo hice mal del todo, sin libro de por medio.

Un abrazo y buena lectura.

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