martes, 21 de octubre de 2014

El que fue a Sevilla...

Lo malo de querer hacer una entrada sobre un Congreso de Fisioterapia en el que han participado más de trescientos compañeros es que corres el riesgo de ser poco original. Lo malísimo de hacerlo cuando algunos de los compañeros han hecho ya las suyas (@fisiostyle, @NachoFabiani, @fisiobealopcan, o @argoicoechea por poner algunos ejemplos, podéis aprovechar a leer sus entradas) es que realmente puedes aportar muy poco más. Y entonces os preguntareis, ¿qué hago dándole a la tecla a las doce de la noche? Pues yo también me lo pregunto, y ahí va mi respuesta.

Lo primero agradecer a las entidades, Sefid y Colegio de Andalucía en primis, que lo han hecho posible. Y lo segundo, desde aquí unirme al agradecimiento personal a Javier Aguilera. Si alguna vez habéis intentado organizar una cena de Navidad para un grupo de amigos entenderéis el nivel de estrés que puede haber arrastrado el bueno de Javi a lo largo de estos meses para que todo saliese lo mejor posible... por poner un ejemplo, que a alguien se le ocurra mandar un correo a los participantes con el tiempo que va a hacer en Sevilla para esos días demuestra lo que yo entiendo por estar pendiente de los detalles... Y eso por no hablar del "timing" general; si no hubiese sido por los 30 grados y la "caló" que hacía, hubiese creído que el rió que atravesaba por las mañanas era el Rin y no el Guadalquivir.

Del nivel de las ponencias, del nivel de los ponentes y del nivel de los argumentos no puedo decir nada. Después de un congreso así hace falta volver a la clínica y empezar por abandonar aquellas cosas que uno ha descubierto que hace mal. Luego, ponerse a leer, a estudiar, a reflexionar y ver cual de todas esas cosas se puede llevar uno. Como bien dice Arturo Goicoechea, hace falta tener el valor de desaprender lo aprendido para poder aprender cosas nuevas (la frase es de Yoda, pero si citas a Arturo Goicoechea parece más culta la cosa y menos friqui)... Mucho trabajo por delante para cada uno de nosotros. Yo empiezo ahora mismo con el libro de ponencias.

¿Y qué es lo que no ha ido bien? Pues para encontrarlo, tengo que hilar muy fino, pero algunas cosas son mejorables. Las sillas. Qué ganas de levantarse cada vez que acababan las ponencias. Que dolor de todo. ¿Nadie se ha dado cuenta de que los fisioterapeutas no sabemos estar sentados? Algún genio se había llevado la almohada cervical para el viaje... estuve a punto de comprársela como cojín....
¿Y los discursos políticos? Esos mejor eliminarlos, sobran. Sobra la gente que va a leer su discurso y no se da cuenta de si la gente le escucha o no... hubo también algún que otro ponente que hizo lo mismo.... pero por lo menos lo que contaba era más importante... Para los próximos cursos, menos políticos y más de cualquier otra cosa...

¿Y la comida? No es que no hubiese suficiente. Es que los fisioterapeutas habíamos desgastado mucho nuestro físico y nuestro cerebro... eso, y que como dice Beatriz López, aquello parecía los Juegos del Hambre, 4 "a la caza de cazón perdido" se hubiese titulado si hubiese sido una película...

¿Y lo mejor? Pues lo mejor fue la compañía... y permitirme que aquí barra para casa, no es que vuestra compañía como fisioterapeutas no me guste. Pero la mejor compañía fue otra. Mil gracias a mi pareja, por seguirme, por venirse hasta Sevilla conmigo y por tener la paciencia de que a su chico le vayan estas reuniones de "fisiofrikis" a las que de vez en cuando acudo... Sin ellas este Congreso no hubiese sido tan redondo.

Gracias y buena lectura.

viernes, 10 de octubre de 2014

Carta a un Extruso

Hola querido Extruso,

Perdona que te mande esta carta así, sin avisar, y que lo haga en un lugar público, pero es que ya me tienes un poco harto y quería hablar contigo. Total, se que me lees, que me sigues en redes sociales, así que este es un lugar tan bueno como cualquier otro.

No, no me he equivocado con el nombre, no quería decir intruso. Se muy bien que la palabra extruso no existe para la Real Academia. Tres cuartos me importa. Porque las palabras se crean para lo que se necesitan. Y para definirte a ti, se me ocurren muchas palabras y ninguna bonita, así que lo vamos a dejar en extruso. Si no te gusta, pues te jodes fastidias. Por mi parte hay ya muchas cosas de las que tu dices que no soporto.

Eres fisioterapeuta. Como yo. Pero no como yo. Como yo, tú eres legalmente fisioterapeuta, estudiaste, no se si mucho o poco, y te sacaste un título que te autoriza a ejercer tu profesión (o sea, a aplicar agentes físicos, toma nota porque a veces se te olvida). Lo que pasa es que tú, y aquí empiezan nuestras diferencias, te crees que ese diploma con firma real es una patente de corso para poder hacer lo que te de la gana en pos de la salud del paciente. Y además te crees que eso que tú haces, por hacerlo tú, por tener un título legal, se convierte en legal. Se me revuelven las tripas solamente de pensarlo. El hígado. O sea, que me acabará haciendo daño el hombro, ya me lo has dicho en todas partes...

Durante mucho tiempo hemos pensado en fisioterapia que el problema eran los intrusos. Aquellos, que desde otras profesiones, o sin ellas, ocupaban nuestros espacios. Lo mejor para identificarnos ante ellos era nuestra profesionalidad, nuestras bases, ese viaje hacia una parte más científica abandonando técnicas chamanísticas, orientalísticas y charlatanísticas. Y vas tú y te sacas de la manga el fisioreiki, la fisiohomepatía y el fisioenergetismodelaleche.... hay que joderse, décadas intentando separar el nombre de la fisioterapia del de todas esas cosas y vas tú y te quedas tan pancho pensando que has llevado el mundo de la fisioterapia a una nueva dimensión... y tienes razón, esa fisioterapia tiene una dimensión nueva... y horrible.

Y sí, ya se que has curado a más de diez mil personas con todas tus técnicas, y que según tú eso avala todo tu trabajo. Curar. Hay gente que se cura sin hacer nada. Nosotros no curamos. Pero claro, a ti términos como remisión natural no te suenan de nada. Ni estudios con doble ciego. Para ti todo es holístico. Y con decir holístico al final de cada afirmación ya parece que eres muy guay, y que los demás lo que somos es cerriles porque nos seguimos empeñando en no alabarte, en no comprenderte, en no entender tu genialidad que va unos milenios por detrás delante de la nuestra.

No te pido que dejes de hacer lo que haces, por mi puedes ponerle péndulos en el ombligo a todos los pacientes, abrirles los chakras (igual lo escribo mal, pero me importa poco), bailarles el chikilicuatre o vaciarles los bolsillos. Solo te pido que cuando lo hagas, te metas el título de fisioterapeuta... que lo escondas en algún sitio, que no confundas a la gente con lo que es y con lo que no es. Que tú seas fisioterapeuta no convierte lo que tú haces en fisioterapia. Puedes ponerte como te pongas. Pero vigila la vesícula biliar, por si acaso, que esas emociones negativas te van a poner mal el karma.

Pero la culpa no es solo tuya, no, es también nuestra, por dejarte que sigas haciéndolo, por no denunciarte ante los Colegios, porque los Colegios hacen como los políticos y miran para otro lado... (sí, la mayoría de los códigos deontológicos hablan de gente como tú, y no precisamente bien, fíjate por donde, pero claro, a ti eso no te importa), ... mandagüevos, aquí luchando contra molinos de viento y lo que pasa es que alguien nos ha colado un caballo de madera en casa...

Muchas gracias y buena lectura.