jueves, 2 de julio de 2015

Banderas rojas.

Cuando Carolina entró por la puerta de la consulta se le veía tal cara de dolor y de preocupación que quise ayudarla desde el primer momento. La conocía desde hace mucho tiempo -se podría decir que toda una vida- y nunca la había visto así. Esa mañana de febrero me había mandado un mensaje diciéndome que le dolía la espalda, y le dije que viniese.

Le pregunté por su dolor, por su origen, por su evolución. Y desde el primer momento lo tuve claro. Allí estaban todas las putas banderas juntas, señalando en una sola dirección. Dolor que no mejoraba con el reposo, patrón de dolor anómalo... Y sobre todo, antecedente previo de tumor. Reciente, muy reciente. Demasiado reciente como para ignorarlo. Demasiado reciente como para que fuese justo que le tocase otra vez a ella. Quizás debería haberle dicho en ese momento que hablase con un médico. Pero es que Carolina era médico. Tan competente que fue la primera que se dio cuenta de que aquella secreción nasal que tuvo un tiempo atrás no podía ser una simple mucosidad. Y no lo era, tumor de los senos paranasales se llamó en esa ocasión. Y luchó contra él con toda su energía. Probablemente, antes de escribirme esa mañana en su cabeza hizo también un diagnóstico. Y seguramente fue tan certero como el mío.

Miedo. Suyo. Mío. Hice el tratamiento más conservador que supe. Quitarle el dolor. Y nada más. O al menos intentarlo. Esperando que la realidad no fuese la que era realmente. Lo intentamos durante unas sesiones, como si estuviésemos en una realidad paralela, como cuando éramos niños. Luego la realidad llegó en forma de resonancia magnética. Metástasis ósea. Fractura lumbar. Probable metástasis en el hígado. "Estate tranquilo. Yo lo estoy... Vamos a por todas" me escribió en un mensaje. Joder, que capacidad de lucha.

Se que Carolina luchó con toda su energía. Se que siempre tuvo mucha. La ultima vez que la vi, hace un mes, luchaba también. Ya no me oía. Me hubiese gustado decirle muchas cosas. Pero nunca he sido muy bueno expresando los sentimientos. Me hubiese gustado decirle que algunos de mis mejores recuerdos de infancia se iban con ella y se quedaban en un patio de Polán. Me hubiese gustado decirle que me hubiese gustado conocerla más cuando fuimos mayores, pero que la distancia no nos ayudó a ninguno. Me hubiese gustado decirle que me sentí impotente desde que entró por la puerta de mi consulta, y que lo sentía por no haber sabido ayudarla. Me hubiese gustado que simplemente no se hubiese ido tan pronto, que el lobo no la hubiese mordido con la misma mala leche con la que mordió a mi padre. Me hubiese gustado que su energía y su sonrisa hubiesen vencido. 

Quizás como fisioterapeuta no hice lo más correcto. No lo sé. Me quedaré siempre con la duda. Pero es que cuando estaba con Carolina yo no tenía delante a un paciente. Tenía delante a mi prima.

Te echaré de menos.

3 comentarios:

  1. Muy emotivo Luis.
    Qué difícil es tratar a las personas que conoces, abstrayéndose de vuestra relación e intentando ser lo más imparcial posible. Pero es imposible; deseable, pero tampoco imprescindible. El subconsciente está ahí y no lo puedes esconder debajo de una manta.
    Para mí es difícil saber que es lo más correcto o no en esto de la Fisioterapia; depende de tantas cosas... Yo no veo mala praxis en lo que hiciste, al menos.
    A veces, el camino al lado del paciente es lo que importa, no tanto el resultado. Sé que esto no gusta a un amplio espectro de fisioterapeutas pero creo firmemente que es así. Sobre todo porque nuestra capacidad "curadora" es casi nula, excepto para algunos supermanes de lo nuestro (o de lo suyo).
    Qué difícil es perder a los pacientes y que impotente te ves ante algunas situaciones, por las barreras que nos ponemos o las que levanta la vida.
    Pablo

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  2. Lo siento, Luis... Creo que siempre tendemos a pensar que podríamos haber hecho más, mejor... Quizá algo diferente. Ante situaciones que nuestro cerebro jamás será capaz de comprender siempre nos quedamos dando vueltas a mil preguntas que no tienen repuesta.

    LA implicación humana que ponéis en vuestra profesión muchos profesionales supongo que tiene este coste, pero como paciente te digo que las personas como tú, vuestra empatía y trato son un tratamiento más para el paciente... Y de los mejores tratamientos :-).

    Un beso enorme y jamás perdáis ese toque humano... Por mucho que duela a veces.

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  3. El diccionario se me queda corto para explicar la conexión empática que siento contigo ahora mismo. En los dos últimos años he tenido dos casos de cáncer muy impactantes (uno más cercano que otro).

    No creo que yo hubiera actuado de manera muy distinta a la tuya. Ni mucha gente. Fuera de contexto todos tenemos muy claro lo que hay que hacer, pero todo es contexto. Estamos hechos para patalear contra los elementos y no conformarnos con lo malo que la vida nos depara sin antes haber peleado hasta el último aliento. Y no creo que haya actuación más humana que, cuando queda poco por hacer, pelear para que al menos el dolor sea el mínimo.

    Te digo como diría Ismael Serrano: "Requiescat y brindemos por ellas y su memoria".

    Un abrazo muy fuerte Luis. Espero que nos veamos pronto en alguna andanza fisioterapéutica.

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