viernes, 9 de febrero de 2018

Fisioterapia e Inteligencia Artificial

Escucha con las manos. Siente los movimientos. Déjate llevar por las sensaciones que te transmiten los tejidos. Podría ser el anuncio de un coche, pero en el fondo es algo que muchos hemos escuchado en las facultades cuando aprendimos esta profesión. Nos hemos convencido, porque nos han convencido, y porque nos resultaba cómodo convencernos, de que en este futuro hipertecnológico y megaconectado al que ya hemos llegado, nuestra profesión estaba salvada. Ningún robot podría sustituir nuestra relación con el paciente, ninguno nuestras habilidades manuales. No tengo claro si el futuro será el territorio de la inteligencia artificial, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que seguirá siendo el de la estupidez natural (portavoces y portavozas aparte).

Dicen que cuando IBM le comentó a Kasparov que estaban desarrollando un robot que pudiese jugar bien al ajedrez y ganar a un Gran Maestro, el ruso se rió bastante de la idea y afirmó que destrozaría cualquier ordenador en una partida. Cuando en el 1996 Deep Blue le gano la primera partida dijo que le había pillado relajado. Cuando en el 1997 Deep Blue le ganó en un encuentro a 6 partidas ya no pudo decir muchas más cosas. Malos tiempos para la lírica.

La Inteligencia Artificial y el Big Data no son historias de las películas. Están aquí. Llevamos en nuestro bolsillo un móvil que nos geolocaliza e informa de cuantos segundos miramos cada pantalla que vemos, dónde clicamos con el ratón. En la muñeca una pulsera cuenta nuestros latidos, nuestros pasos, nuestro sueño, nos dice cuándo tenemos que levantarnos a caminar. Pensar que la fisioterapia podrá vivir ajena a la Inteligencia Artificial es una quimera.

Siempre IBM, lleva desarrollando desde hace años un programa llamado Watson (elemental, querido) que entre sus muchas posibilidades ayudará a los médicos a mejorar sus diagnósticos. En un futuro no muy lejano programas de ese tipo estarán a disposición de los profesionales de la salud (sí, y posiblemente también de los pacientes, y de los cuñados de los pacientes) para ayudarles. ¿Podrán equivocarse? Cierto, pero también nos equivocamos nosotros solitos, sin necesidad de un ordenador que nos confunda. Deberíamos empezar a aceptar lo que Kasparov no supo ver en su momento. No podemos almacenar en nuestra cabeza los 300000 artículos que Pubmed acumula sobre fisioterapia. No podemos luchar contra esa potencia de calculo bruto. Ante una sucesión de datos un ordenador entrenado acabará por ser más rápido que cualquier humano en reconocer patrones. Será más eficiente que nosotros en realizar diagnósticos y en plantear posibles tratamientos. ¿Y entonces?



Entonces, la buena noticia es que no tenemos que competir contra ningún ordenador. Tenemos que aliarnos con ellos como Will Smith en Yo Robot (lo siento por el spoiler, pero os aconsejo verla de todas maneras). Aceptar una voz que nos guíe como ahora lo hace el navegador de Google. Habrá cosas que el ordenador quizás no entienda, habrá atajos que solamente nosotros sepamos tomar, habrá veces que evitaremos el error del ordenador, y otras en las que erraremos por no hacerle caso. Pero una pequeña voz dentro de la consulta, aconsejándonos que preguntas hacer, que hipótesis son las más probables y cuales son los tratamientos con más posibilidades de éxito será una gran ayuda. Como siempre en la historia, habrá a quien los avances le parecerán un retroceso (hubo médicos que opinaron que viajar en tren haría que las mujeres dejasen de ser fértiles), lo importante es que nuestros miedos no sean una barrera para lo que los pacientes deberían tener siempre: el mejor tratamiento posible.

Muchas gracias y buena lectura.